jueves, 18 de febrero de 2016

Capítulo 16: H2A

Hola Amantes de la lectura!

Ya sé que he tenido una semana bastante floja en el blog, la verdad no me ha quedado mucho tiempo para él, pero ya que ésta semana no se publicará el que se espera sea el último capítulo de Peligrosa Atracción, la novela grupal, no quería despedir la semana - ya sé que resta el finde pero dudo que pueda hacer algo para esos días - sin dejarles un nuevo capi de Historia de Dos Amantes.

Y aquí está:

Capítulo 16
Un Momento para los Dos




Charles recogió a Hella a las 6:30, tal y como ella le había pedido que lo hiciera, lo cual la dejó nuevamente sorprendida, su puntualidad se sumaba a la gran lista de atributos y talentos de ese hombre, que simplemente lo hacían más perfecto. Eso la asustaba, porque ella sabía que estaba lejos de ser perfecta, todo lo contrario, ya que desde su punto de vista esto la hacía menos merecedora aun de sus atenciones.
   —¿Puedo preguntarte algo Charles?
   —Lo que desees, creo que no he tenido secretos para ti ¿O sí?
   —Eh, bueno, no me refiero a eso, es que, me siento intrigada.
   —¿Por qué? —dijo ahora intrigado también.
   —¿Me preguntaba a dónde me llevas?…
   —Ya lo verás. — Le tomó la mano y le besó los nudillos suavemente, sonriéndole enigmáticamente, ella le sonrió complacida.
   —¿Qué tienes planeado hacer ésta noche? — Sonrió—. Cielo santo, me asusta esa mirada de determinación que tienes.
   —Estoy determinado a sorprenderte ésta noche. — Charles sonrió pícaramente.
Cuando llegaron al departamento Charles acompañó a Hella a arriba, mientras ésta tomaba algunas cosas en su habitación, salió al balcón e hizo unas llamadas, cuando Hella estuvo lista se marcharon enseguida. Hella notó que el auto se desviaba unas calles antes en dirección al puente que dividía a la ciudad con otro distrito, justo en dirección a los muelles. Por lo poco que Hella sabía, la zona en que se encontraban no era particularmente de las mejores de la ciudad, estaba segura de que no era la zona que alguien de la posición de Charles o sus amistades frecuentarían, sin embrago, no mencionó nada al respecto, de hecho conversaron muy poco lo que duró el trayecto, pues Charles parecía muy concentrado en el camino y Hella no deseaba atiborrarlo con preguntas si él deseaba sorprenderla.
Además aunado a ello, se encontraba muy preocupada. Cuando Charles la había llamado ese día había tenido el mayor cuidado de que nadie se enterase de lo que estaba sucediendo entre ellos, pero no contaba con la personalidad demasiado analítica y vivaz de Charlotte, a pesar de lo que creía ésta no había escuchado la conversación, pero los motivos que le había dado Hella acerca de su actitud no parecían complacerla en lo absoluto. Hella había mentido deliberadamente acerca del motivo de su secretismo, alegando que era un asunto entre ella y su abuela Harriet, por lo que no podía más que sentirse culpable e inquieta.  
Cuando llegaron a una calle que daba justo frente a un pequeño embarcadero, junto al río y bajo el amasijo de metal que era el enorme puente que comunicaba ambos distritos, Frank dirigió el auto a lo que parecía ser un pequeño estacionamiento. Cuando Hella divisó bien todo el lugar, se encontró con algo maravilloso. Era una versión más grande de su balcón, con un gran jardín de entrada con faroles que colgaban de los árboles y de plantas de menor tamaño, el lugar estaba intensamente iluminado en su interior y era extremadamente romántico. Cuando entraron, estaba abarrotado de mesas con enormes y espectaculares arreglos florales, un ambiente de lujo, pero al mismo tiempo cálido y relajado, con una vista impresionante al puente y a la ciudad, con su imponente línea de rascacielos. Estaba decorado más bien con cierto estilo italiano. Subieron a una especie de terraza cuyo techo estaba cubierto por un toldo retráctil rayado, de color azul y blanco. El maitre pareció reconocer a Charles de inmediato y los condujo, pero no a una mesa cualquiera, abrió una de las puertas francesas que daban fuera de la terraza, un área más privada y justo allí, bajo un imponente toldo dúplex. Era una mesa para dos personas, dentro se podía escuchar como comenzaban a sonar las notas de un piano de cola, Hella se quedó sin aliento.
   —Has estado muy callada preciosa le dijo cuando ya habían tomado asiento. Ella sonrió.
   —Es que el lugar es tan impresionante, quiero decir, que es tan sencillo, pero tan sofisticado al mismo tiempo ¿Cómo lo descubriste? Ni yo sabía que existía. Bueno, no es que frecuente ésta zona y supongo que tú tampoco, pero es fantástico, de verdad. Gracias dijo muy emocionada.
   —Me alegra que te guste.
   —Me fascina.
   —Esperaba que te gustara, sobre todo por el jardín, me recuerda tu balcón.
   —¡Sí! A mí también Charles, es maravilloso, es un pequeño paraíso.
   —Y la comida es deliciosa, además tienen una excelente carta de vinos, ya verás respondió sintiéndose contagiado por su entusiasmo—. Lo que me recuerda ¿Te importa que elija por ti?
   —Claro que no. Charles se acercó y con sus nudillos acarició las mejillas y la mandíbula de Hella, mientras le obsequiaba una sonrisa tierna.
Cuando el camarero llegó, Charles ordenó de entrada Ensalada de queso burrata y tomate y como plato principal Cangrejo y sopa de Coco.
   —¿Que desea tomar señor? dijo el camarero . ¿Desea que le traigan la carta de vinos?
   —Eh, no. Por favor sírvanos Sauvignon Blanc, Cakebread, el de Napa si mal no recuerdo. Es todo, gracias. Añadió y haciendo una leve reverencia el camarero los dejó a solas.
Cuando el camarero se marchó, pocos minutos después otro camarero les sirvió el vino, una vez aprobado por Charles éste se retiró inmediatamente, dejándolos a solas nuevamente.
Charles parecía muy animado y relajado. Hella sólo podía reír como una tonta, se sentía flotando en una nube.
   —Espero que la comida sea de tu gusto querida dijo Charles con entusiasmo.
   —¿Sueles venir a menudo a éste lugar? respondió ella.
   —Me gusta el ambiente, la atención y la comida son excelentes. Sí, suelo venir.
   —¿Sólo? Añadió inquisitiva.
   —¿Te refieres a con una mujer? Enarcó una ceja y adoptó un semblante meditabundo—. No, nunca había traído a ninguna mujer, eso lo convertiría en una cita y yo no acostumbro a tener citas, al menos no de éste tipo dijo muy serio pero al mismo tiempo sereno.
   —Sin embargo cenaste con Vivian, de hecho tú mismo le dijiste que le debías una cena.
   —Hella, eso fue un eufemismo, créeme —respondió bastante incómodo.
   —Oh, perdona, soy muy tonta.
   —No, es sólo que eres ingenua, y no lo tomes a mal, me encanta que lo seas, es… refrescante. Un amigo, que a su vez es amigo del dueño del lugar me invitó y quede prendado, por eso cuando necesito relajarme y comer algo delicioso suelo venir aquí. En una ocasión traje a mi madre y mi hermana.
   —¿Tienes una hermana? — Charles sonrió.
   —¡Oh, sí! Es encantadora, sé que se llevarían muy bien, es mi hermana menor, Rose, acaba de llegar de Londres para celebrar el cumpleaños de mi madre el próximo fin de semana.
   —¿Tus padres se encuentran en la ciudad entonces?
   —Sí, pero no de éste lado, se alojan en la costa, tenemos una propiedad cercana a la playa.
   —Oh, Vivian tiene pensado pasar unos días en la playa y quiere que la acompañe éste fin de semana.
   —Magnífico, sería una buena ocasión para que vengas a visitarnos ¿No crees?
   —¿Estás seguro Charles? No crees que sería muy pronto, digo, apenas nos estamos conociendo, no creo que le presentes amigas a tus padres muy seguido.
   —¿Amigas? — La miró ceñudo.
   —Sí, respondió Hella insegura, Amigas especiales. — Charles soltó una carcajada. Hella sorprendida y algo molesta por su reacción le dijo—: ¿Te estas burlando de mí?
   —No querida, mis sinceras disculpas, es que realmente ¿“amigas especiales”? ¿En serio? — No podía contener las lágrimas que le ocasionaron la enérgica risa.
   —Bien, yo me refiero a que no creo que presentes a tus padres a ninguna de las mujeres con las que sueles salir ¿O sí?
   —No, porque no he salido con ninguna mujer en mucho tiempo.
   —No, sólo te las follas —respondió con altivez.
   —¿Pero qué clase de lenguaje estamos empleando hoy señorita Foster? —respondió Charles divertido, mientras Hella todavía lo observaba muy ceñuda.
Inmediatamente él le tomó ambas manos y comenzó a besarle los nudillos, cada dedo a la vez, mientras la observaba intensamente. En ese preciso momento llegó el camarero con su primer plato, Hella notó que Charles tomó un buen trago de vino con lo que vació su copa y ordenaba que le sirvieran nuevamente. Ambos comieron en silencio, concentrados en degustar los alimentos. Finalmente Charles reanudó la plática.
   —No veo por qué no puedas venir a la fiesta y compartir un rato, sin compromisos. Nos estamos conociendo y no encuentro nada de malo en ello. No digo que lo hagamos como pareja, sería algo precipitado, pero ya que la ocasión se presenta y ustedes piensan ir a la costa, además Vivian conoce a mi madre y a Rose, lo más probable es que ésta última le haga la invitación.
   —Charles, no creo que pueda ser franca con Vivian en éste momento, yo temo que ella se sienta traicionada, quisiera tomarme mi tiempo para aclararle lo que está sucediendo, no es fácil, espero que lo entiendas. Y como dices, nos estamos conociendo. Si se presenta la oportunidad por supuesto que iré, me encantaría conocer a tu hermana. — Charles le mostró una sonrisa ladeada.
   —Está bien, sólo quiero verte por favor, no quiero que ambos permanezcamos alejados cuando estemos en el mismo lugar, si quieres llevar las cosas discretamente en principio estoy de acuerdo, pero lo que no podré soportar es el hecho de no verte al menos unos minutos.
   —Entiendo. — Hella sonrió, sintiéndose dichosa.
Terminaron su cena, con la música de piano de fondo. Al final la velada fue todo lo que Hella esperaba que fuera, una experiencia mágica y romántica. Antes de marcharse Charles la llevó a dar una pequeña vuelta por el jardín, tomados de la mano, y luego al pequeño embarcadero que poseía el establecimiento. Allí, con la vista de la ciudad y sus rascacielos totalmente iluminados, Charles la acercó hacia sí, enmarcó su rostro con sus manos y la obsequió con un beso suave y tierno. Finalmente, cuando se marcharon, Hella se sintió tan agotada que a poco tiempo de cruzar el puente se arrebujó un poco y logró dormirse unos minutos hasta que llegaron al edificio de Charles. Él le abrió la puerta, la sostuvo al bajar y ambos se dirigieron abrazados al ascensor desde donde subieron al loft. Cuando llegaron a su piso, Charles tomó a Hella desprevenida y la alzó en sus brazos, ella estaba todavía medio adormecida de modo que no opuso resistencia, no supo bien cómo se las apañó para entrar dentro del departamento con ella en brazos y luego la llevó directamente a la habitación y la recostó en su enorme y «decididamente cómoda cama» pensó.
Se desvistió y repentinamente se recostó junto a ella, acto seguido comenzó a besarla en el cuello, la respuesta de Hella fue arquear la cabeza hacia atrás para facilitarle la entrada a sus besos, Charles le recorrió el cuello, luego subiendo por las mejillas, hasta posarse en los lóbulos de sus orejas, finalmente se posicionó justo encima de ella, mientras Hella se mantenía con los ojos cerrados pero muy consiente de cada caricia y cada beso que Charles le prodigaba.
Hella sintió las manos de Charles estrujándola por todo su cuerpo y llevándolas hasta su espalda, se levantó levemente mientras él le bajaba lentamente el cierre del vestido y procedía a bajarlo a través de sus hombros, luego, con la misma delicadeza, desabrochaba el sujetador, sentía toda su piel hormigueando y palpitando, un intenso calor le recorría el cuerpo, mientras Charles se ocupaba de acariciarla a la altura de sus pechos, lo último que supo fue que él le rodeaba un pecho con una mano mientras que capturaba con su boca el otro pezón, jugueteaba y lo succionaba, y luego intercalaba con uno y otro, logrando con ello que se estremeciese de placer. Inmediatamente se dispuso a dejar un camino de besos a lo largo de su abdomen y estómago, pasando la lengua por su ombligo, hasta que con sus manos emprendió la tarea de quitarle la última pieza de ropa que restaba.
Hella sintió un estremecimiento en esa zona cuando sus labios se posaban justo en el punto más sensible de su cuerpo, y así continuó martirizándola y empujándola por un remolino de sensaciones incontrolables, rodeándola con sus manos y obsequiándola con apasionados besos, mientras con su lengua le recorría también cada centímetro del cuerpo, lo sentía en todas partes. De pronto cuando se encontraba de nuevo besando la parte posterior del cuello, casi al nivel de su nuca, sintió como una de sus manos la recorría y se detenía justo en su monte venus y su dedo medio la penetraba, cada músculo de su cuerpo de tensó. En ese instante Charles atrapó sus labios con los suyos y mientras la frotaba justo allí el beso se intensificó, Hella le correspondía con el mismo ímpetu, mientras acariciaba sus hombros, espalda y trasero, cuando Charles decidió que Hella se encontraba lo suficientemente húmeda se ayudó de sus propios muslos para separar los de ella, se extendió un poco, tomando algo de la mesa de noche, rasgándolo y finalmente la penetró, con lo que inició una danza muy íntima.
Con cada embestida de Charles, Hella se estremecía de pasión, completamente consumida, arqueándose y apretándose más y más a él, atrapándolo entre sus piernas, mientras Charles gemía y la besaba con más ardor, hasta que finalmente, casi a un mismo tiempo sintieron como sus músculos se tensaban y paralizaban extasiados de placer, Charles vertiéndose dentro de ella, a través del preservativo y Hella sintiendo como todo su mundo estallaba, colapsando totalmente agotada.
Lo siguiente que sucedió fue que Charles salió de su interior arrastrándola con él hacia la cima de la cama, tomó las sabanas y cubrió a ambos, se hizo a un lado, quizás para deshacerse del preservativo y luego la tomó por el hombro acercándola para que ésta se recostara bajo su pecho.
Después cada uno cerró sus ojos, aunque Charles acariciaba suavemente el cabello de Hella y a continuación lo besaba tiernamente.

  —Amo tu cabello pequeña, la forma en que se ondula al llegar a tus hombros y los destellos rojizos que arranca la luz del sol, me deja sin aliento, eres simplemente hermosa—. Hella se sentía adormilada, pero la embargó una emoción difícil de describir, al escuchar que éste hombre tan perfecto la encontrara bonita, intensificó más su abrazo y él le besó nuevamente el cabello, y así, unos minutos más tarde ambos se durmieron profundamente.



Feliz fin de semana!!!!

2 comentarios:

  1. Tu escribiendo y yo sin tiempo para leerte. Ays prometo que ya me vdoy ese tiempo queno queiro pillar nada sin entender.
    Un saludo
    cdc

    ResponderBorrar