jueves, 15 de octubre de 2015

Capítulos 2 y 3 - H2A

Hola Amantes de la lectura!

Como ya se está haciendo costumbre cada jueves, les traigo un nuevo adelanto de la novela "Historia de Dos Amantes", pero antes de dejarles el link en el cual podrán disfrutar de él, quisiera informarle de dos cosas.

La primera es que el día de hoy en lugar de uno, estaré publicando un par de capítulos de ésta historia, bueno supongo que eso no es novedad porque ya lo pudieron notar al leer el título de la entrada, simplemente procedo a aclararlo.

La segunda es que una amiga me comentó que ella no utiliza la aplicación de Wattpad, además que es una negada a todas estas cosas, por lo que me he estado planteando publicar aquí en el blog como también continuar en Wattpad. No sé si tiene mucha lógica, simplemente lo que quisiera es poder compartir con más gente, en especial aquellos que siempre me apoyan para que me decida a hacerlo, como es el caso de mi amiga.

Espero que ésto, para quienes se han tomado la molestia de leer la novela, no suponga ningún tipo de molestia y nuevamente les agradezco el hecho de que tomen parte de su valioso tiempo en leer lo que escribo, por lo que voy a proceder a dejar en ésta entrada lo que ya llevo publicado, como lo es el prólogo  y el primer capítulo, así como los dos capítulos programados para el día de hoy.



Les ruego me disculpen nuevamente, por lo pesada de la entrada, pero es que se lo he prometido a una amiga, así que aquí vamos.

Prólogo


Es una mañana cálida hoy, quizás un indicio del inminente verano. Estoy recostada en el sofá, empapándome un poco de las noticias del día y revisando algunas fotografías que debo entregar a Charlotte, mi compañera de trabajo y con la que he formado un gran equipo desde que comencé en la famosa revista de moda cuya plaza obtuve hace tan solo unos meses, gracias como no, a mi aristocrática y como olvidarlo supermodelo, mejor amiga – hermana. Es complicado — Bufo, consternada.

—Es algo temporal Hella. — Me repito a mí misma. Es una frase que he convertido en una especie de mantra.

Intento concentrarme en lo positivo de la vida, es lo que siempre me repite mi madre, y mi vida ha sido hasta ahora, aun con los altibajos, bastante buena.

Tengo una madre a la que adoro y que es una persona maravillosa, tengo a Vivian, aun con su alocada y desenfrenada manera de ser, siempre ha estado allí para mí, somos como ella bien lo expresa, almas gemelas.

Todavía recuerdo como si fuera ayer el día en que mi madre y yo nos instalamos en la impresionante mansión de Harriet Thompson, una acaudalada e imponente mujer que la contrató para que ésta se hiciese cargo de su pequeño hijo. 

En principio, inocente de mí, creí que Eduard y yo haríamos buenas migas, algo que deseché por completo apenas toparme con su actitud arrogante y mezquina. Mi madre sin embargo, aprendió a manejarlo y yo por el contrario a evitarlo. Fue así entretanto, como una mañana de julio conocí a Vivian. 

Nada más encontrármela supuse que sería una de esas niñas tontas de la alta sociedad, una muñeca de porcelana fría y sin sustancia. Pero no, Vivian es un dinamo, una fuente de energía inagotable y aunque en ocasiones puede ser bastante majadera, todos a su alrededor siempre terminan cautivados por ella. Por su belleza, su elegancia y simpatía. Pero como todos Vivian esconde un lado oscuro, una parte de ella muy autodestructiva y es en esas ocasiones en las que suelo intervenir, ayudándola a encontrar de nuevo su centro.

Esta noche pretende llevarme a algún lugar sacado de no sé qué recóndito infierno. Dice que debemos celebrar mi nuevo empleo, que no es tan nuevo, pero como no se había presentado la oportunidad, ella quiere aprovecharla, y ahora, justo ahora, no me apetece.

Soy decididamente una paria, jamás me han interesado las actividades en grupo. Durante mi estancia en el colegio elitesco al que asistía, pagado por la abue Harriet, lleno de niños ricos e imberbes que nunca perdieron oportunidad de hacerme sentir inferior, siempre intenté mantenerme al margen de todo y dedicarme a lo que importaba, mis estudios. Sin embargo, Vivian hizo todo lo posible para arrastrarme con ella hacia aventuras insospechadas. 

1
Por la boca muere el pez

Hella se había negado a asistir puesto que las discotecas no eran lo suyo, Vivian como siempre la convenció explicándole que no era un bar sino un famoso restaurant del distrito más cosmopolita de la ciudad y al que asistía mucha gente famosa e importante.

—Hella, nos vamos a divertir, sólo nos tomaremos unos tragos y comeremos algo rico, es un restaurant de estilo oriental de lo más chic, ya verás que te encantará el lugar, la decoración, para que te relajes un poco, te he visto muy tensa y ya es hora de celebrar tu nuevo trabajo. —Vivian la miró de reojo y agregó—: Además hace mucho tiempo que no sales con nadie ¿No crees que ya es momento de disfrutar tu vida? Tú no piensas como yo Hella, sé que deseas establecerte y tener tu familia, no entiendo porque te frenas tanto.

—La verdad me resulta imposible creer que estando contigo alguien pueda fijarse en mí Vivian —señaló muy ceñuda—. Sabes bien que los hombres ni siquiera me miran cuando estas presente, todos caen rendidos a tus pies.

—¡Pero Hella!

—No querida, es cierto, además cuando llegue el momento adecuado conoceré al hombre que será mi esposo, por lo pronto no tengo tanto apuro, también necesito cumplir ciertas metas, poder consagrarme en mi profesión, recorrer el mundo.

—Pero si ya te he pedido que me acompañes en múltiples ocasiones, ni siquiera quisiste ir a Italia el verano pasado porque estabas estudiando para tu maestría. 

—Sabes bien que no me gusta viajar como la chaperona de nadie y menos a tus expensas.

—¡Ay! Me rompes el corazón cariño, no es mi intención hacerte sentir así, sabes que amo tu compañía, que eres para mí una hermana y que lo mío también es tuyo.

—Lo sé Vivian, perdona, no me malinterpretes. Por supuesto que viajaría contigo a cualquier lugar, pero con mi dinero y no es por orgullo, es una cuestión de dignidad. Sabes que te adoro y daría mi vida por ti, pero tienes que respetar mis decisiones. Yo quiero forjar mi futuro por mí misma, sin la ayuda o compasión de otros. Ustedes ya me han dado mucho y quiero compensárselos, quiero que estén orgullosas de mí, que compartan mis logros personales y profesionales, así como yo comparto los suyos.

—Siiii, ya para Hella, eres imposible, pero sabes que te quiero mucho, sin ti no habría sobrevivido mi niñez ni el resto de mi existencia. —Vivian se dio vuelta y al mirar fijamente a Hella frunció el ceño y luego casi con estupefacción señaló—: ¿Pero qué es lo que traes puesto? —Se acercó a ésta y le dio vuelta para analizar su atuendo, a lo que agregó—: ¿Realmente esto es lo que piensas llevar puesto hoy? Puedes tomar cualquier cosa de mi armario si hace falta.

—No. —Se echó para atrás haciendo gestos de negación con las manos y la cabeza, mientras Vivian bufaba exasperada.

—Hazme el favor Hella, no puedes decirme que vas a ir vestida así ¿No? — Hizo un ademán con sus manos señalándola por entero—. Es algo más formal, no pretendas ir en jeans, bueno, al menos si… ­—exhaló—. Cariño te prometo que conseguiremos algo acorde con tus gustos, créeme, y no es la primera vez, así que espérame aquí que ya regreso.

—No poseo tus medidas y lo sabes, sólo conseguiría verme ridícula. — Se encogió de hombros—. Además como acabas tú misma de afirmar, sólo se trata de tomarnos unos tragos, comer rico y pasar el rato.

—Es cierto. — Se mordió el labio inferior—. Pero ya te mencioné la clase de gente que suele frecuentar ese lugar, estoy segura de que algo de mi guardarropa debe servir. —Y sin esperar respuesta se marchó a su cuarto a buscar una vestimenta más adecuada para la ocasión. Hella no pudo más que rodar los ojos y exhalar con exasperación.

Una hora más tarde se encontraban esperando un taxi que las llevaría a su destino. Se dirigían a la zona más exclusiva de la ciudad, rodeada de altos rascacielos y mezclada con edificios antiguos en donde se congregaban los restaurantes más trendy y costosos, a muchos de los cuales sólo podías acceder con previa reservación y la mayoría se daba el lujo de reservarse el derecho de admisión. De modo que si no pertenecías a las más altas esferas o no eras famoso, no podrías ni soñar jamás en degustar las exquisiteces y departir con la gente más chic y poderosa del país e incluso del mundo.

Vivian le había prestado un vestido muy delicado y romántico de encaje blanco, bastante recatado, a tono con la personalidad de Hella, un bolsito de mano color perla y unos stillettos nude, por lo que se veía muy elegante. Le rizó tan rápido como le fue posible el cabello, prácticamente rojizo, casi a la altura de los hombros, de forma que luciera como una ejecutiva elegante de los años 50. Hella por supuesto se sentía muy ridícula pero nunca había sido capaz de llevarle la contraria a su amiga, quien estaba segura lo hacía con la mejor intención. 

Mientras tanto Vivian optó por un minivestido asimétrico que dejaba al descubierto sus largas y tonificadas piernas, de color azul klein a juego con sus ojos y su cabello dorado, unas sandalias T-Strap Manolo Blahnik en negro y un bolsito de mano de piel también de color negro.

Al llegar al lugar, que le pareció salido de una película antigua, por lo elegante y sofisticado, con una imagen gigantesca de un Buda y decoración completamente a juego con la atmosfera oriental, se sentaron en el lounge a degustar el mejor champagne. Hella sólo tomó una copa, «un aperitivo bastante exquisito y costoso», pensó, poniendo los ojos en blanco. 10 minutos después las guiaron a su mesa y 15 minutos más tarde se les unieron dos chicas y un joven, quienes por su apariencia eran modelos al igual que Vivian.

—¡Vaya, creí que jamás llegarían! Muero de hambre. — Vivian se levantó y saludó con un beso a cada uno de los recién llegados a los que les hizo señas de que se sentaran y luego se dirigió hacia Hella—. Les presento a mi querida hermanita Hella. — Y luego los señaló a cada uno—. Hella, ellos son Claire, Sonia y Marcus, me acompañaron desde Londres para disfrutar unos días de vacaciones, iremos a la casa de la playa el próximo fin de semana, donde por supuesto tienes que acompañarnos. — Esto último lo dijo con gran entusiasmo. Hella pensó en lo mal que se sentiría al lado de tres mujeres despampanantes y un hombre de músculos bien definidos con rostro de porcelana, sentía que no encajaría en lo absoluto, y jamás osaría ponerse un traje de baño y pasearse por la playa con ese grupo. 

Vivian la sacó de sus reflexiones, agregando casi melodramáticamente. 

—Te recuerdo que hace dos veranos prometiste venir conmigo cuando culminaras la maestría y tuvieras más tiempo libre, creo va siendo hora, porque querida hermanita me tienes muy abandonada, así que no puedes negarte. — Esto lo dijo haciendo muchos mohines.

Hella se encogió de hombros, percatándose de que no podía alegar nada en su defensa, sin embargo, cuando se disponía a rebatir ciertos puntos, observó como Vivian estaba de lo más distraída con su amiga Claire, quien le susurraba algunas palabras y mantenía su mirada fija en dirección a un grupo de personas muy elegantes que acababan de entrar y que eran conducidos por el maitre a una mesa ubicada justo al fondo. 

Inmediatamente después Vivian se disculpó, se levantó de la mesa y se dirigió a la que los recién llegados acababan de ocupar. A Hella le resultó muy extraña la actitud de su amiga ya que no le resultaban familiares ninguno de sus rostros y observó cuando Vivian saludó directamente a un hombre alto, de aspecto pulcro y refinado, delgado pero atlético, muy atractivo, rasgos afilados, cabello rubio rojizo, ojos… decididamente azules, aunque a esa distancia… «No, bueno, que estupidez», pensó Hella, sintiéndose perpleja al percatarse de que estaba demasiado entusiasmada analizando al sujeto que tan efusivamente saludaba su amiga. 

Este la tomó por la parte baja de la espalda, de una manera que le pareció muy sensual, casi acariciando el inicio de sus nalgas, o al menos eso creyó. Luego le dio un beso que podría jurar calculó milimétricamente y le ofreció una sonrisa sensual y divertida al mismo tiempo. En definitiva, Hella estuvo segura de que se trataba de un amante de Vivian. 

Este procedió a presentarla al resto del grupo, luego siguieron intercambiando palabras y seguidamente Vivian hizo señas en dirección a la mesa que había abandonado hacía unos pocos minutos, por lo que Hella tuvo que fijar su vista en otra dirección, insegura de si estos se percataron de que segundos antes los observaba fijamente.

—¿Te sientes bien? —le preguntó Claire.

—Por supuesto ¿Por qué lo preguntas?

—Es que noté que te estremeciste de repente. — Tan absorta se encontraba que no reparó en el movimiento involuntario de su propio cuerpo.

—Estoy perfectamente bien, quizás se trató de una brizna de viento que entró por algún lugar. — Sintió que lo dijo muy veloz y casi atropelladamente, y esperó que Claire no lo notara.

—Que raro —manifestó la chica, frunciendo el ceño —. La ventilación aquí suele ser perfecta, al menos no sentí ningún tipo de aire frío, quizás estas resfriada.

—No, te repito que estoy bien —respondió secamente, como para dar por terminado el asunto.

Cuando se dio la vuelta al frente en dirección a la otra mesa, Vivian y su “conocido” ya estaban a pocos centímetros de ellos. El la traía tomada por la cintura, ambos parecían muy cómodos el uno con la otra y se reían de forma muy franca y jocosa.

Escasos segundos y…

—Amigos, perdón por abandonarlos hace un momento —comentó de lo más risueña Vivian—. Me permito presentarles a mi queridísimo amigo Charles Manners. Creo que ya conoces a Claire, de Londres.

—Por supuesto. — Le tomó la mano en un gesto muy galante—. Es un placer saludarte nuevamente. Lamento haber tenido que retirarme tan precipitadamente ese día, pero el deber me llamaba.

—No se preocupe “mi lord”. — Hizo énfasis en esa última palabra, «así que era un caballero de verdad, tiene las maneras de un príncipe», pensó Hella—. Supongo que a alguien tan importante pues puede perdonársele casi cualquier cosa. — Hella sintió ganas de vomitar ante tanta displicencia.

—Ella es Sonia, la conocí en el festival en Hannover —continuó Vivian.

—Por supuesto, usted luce como toda una amazona, si me permite, posee usted unos hermosos rasgos ¿De qué ciudad es oriunda? —preguntó éste en perfecto alemán.

—Leipzig, mi lord —respondió también en su idioma materno, con franca coquetería.

—Oh, por favor llámeme Charles, todavía no me convierto en lord, el título lo ostenta mi padre. Del oeste, debí imaginarlo, cuna de mujeres hermosas por supuesto, éste año participé de la feria, en realidad me encontraba cerrando algunos negocios junto al Duque. Hermosa ciudad.— Sonia pareció, no, definitivamente se sonrojó ante la mirada intensa de Charles y ésta a su vez le envió una mirada seductora, éste por su parte le devolvió una enigmática sonrisa, le tomó la mano suavemente y la besó. Vivian intervino directamente visiblemente incómoda, puesto que nadie más que Sonia y Charles entendían la conversación que estaban sosteniendo, mientras el resto contemplaba perplejo el intercambio de frases y gestos, y como para no dar más largas a las presentaciones, Vivian continuó.

—Bueno Charles y ésta es mi hermana Hella Foster, de quien te hablé hace poco.— Hella se puso rígida ante esa última afirmación. No entendía muy bien porque Vivian se referiría a ella ante un extraño, entonces comprendió que Charles no debía ser un amante casual.


—Un placer señorita Foster.

—El gusto es mío señor Manners, es una lástima que Vivian jamás lo haya mencionado antes.— Esto último lo dijo queriendo aparentar indiferencia y estrechándole la mano simplemente, ya que no permitió que Charles se la besara también, quizás así no se vería hechizada por su persona. Aunque claro, pensó que éste no la encontraría atractiva, al menos no en comparación con tres hermosas modelos—. ¿Su familia es propietaria de la Corporación Manners señor?

—Así es —respondió Charles, sonando un tanto presuntuoso.


—Ya me lo temía yo —dijo con un suspiro crispado.

—¡Hella! ¿Por qué eres así? —exclamó Vivian con una sonrisa nerviosa, hizo un gesto con las manos tratando de restarle importancia —. Bueno. — Se aclaró la garganta—. Si no te he hablado de Charles es porque hemos mantenido un contacto muy mínimo desde que llegué, simplemente te has dedicado a trabajar sin descanso.

—Por supuesto. — Se defendió—. He tenido unos días bastante pesados.

—Lo sé cariño, no te preocupes. Bueno y continuando con las presentaciones —señaló—. Él es Marcus. — Ambos se dieron las manos y con ello se sentaron—. Acabo de robarme a Charles de aquella mesa, Cressida no luce muy feliz —dijo de pronto mirando socarronamente a Charles.

—Me temo que has desatado la furia de Cressida Taylor querida —le respondió éste, con una sonrisa diabólicamente dibujada en su rostro.

—Oh, no puedes concederme todo el crédito a mí, es a ti a quien ella está cazando para convertirte en su monigote.

—Pues te prometí una cena en cuanto llegara a la ciudad y aquí estoy, además estoy esperando a Roger, ya se lo había dicho a Cressida y sus “acólitos”, y disfruto mucho más de vuestra compañía.

—¿Así que el pequeño Roger también se encuentra en la ciudad? —inquirió Claire, lo que sorprendió al resto del grupo puesto que todos parecían muy atentos y callados, siguiendo el hilo de la conversación del caballero y Vivian.


—¡Oh sí! Y créeme cuando te digo que quedó sumamente prendado, cuando te vea se va a poner muy pero muy feliz.— Claire sonrió con exuberancia.

Unos minutos después hizo su entrada el afable, apuesto y encantador Roger Wilson, se hicieron las presentaciones, el Sumiller le entregó la carta de vinos a Charles, quien, estuvo segura Hella, se decantó por el más exclusivo y costoso.

Seguidamente les entregaron también el menú y todos ordenaron su cena, mientras esperaban por el primer plato se dispusieron a probar el vino y continuar la conversación.

—¿Cuánto tiempo piensas quedarte en la ciudad Charles? —indicó Vivian.

—Pues creo que pasaré una temporada larga aquí, tengo varios negocios que atender y mi padre puede permanecer en Londres y encargarse allá.

—¿Tu madre cómo se encuentra?

—Muy bien, ella debe estar por llegar, para encargarse de los últimos toques de la gala.

—Me encantaría verla.

—¿Sí? Pues ¿Por qué no nos acompañas? Sé que le encantará verte.

—Me temo que será imposible —respondió con un mohín—. Lo cual es una lástima porque repito, me habría encantado verla, pero debo viajar por un trabajo.

—¿De qué va ésta gala? —preguntó de pronto Sonia muy interesada.

—La madre de Charles patrocina varias organizaciones benéficas, de hecho mi madre ha participado en algunas de ellas —indicó Vivian con un deje de orgullo en su voz —. La corporación Manners invierte año a año millones de dólares en diferentes causas ¿No es cierto Charles? — Este simplemente asintió con la cabeza, mientras tomaba un sorbo de vino.

—Así es. En los últimos años sobre todo en lo que tiene que ver con ayuda humanitaria en varios países que se han visto asolados por guerras civiles, sobre todo por el tema de los desplazados. Además tratando de inyectar dinero a varias organizaciones científicas y de investigación.

—Que filantrópicos —pensó Hella con ironía.

—¿Perdone?

De pronto salió de su ensimismamiento y se percató de que lo que creía haber dicho en pensamientos lo expresó en voz alta, y por el rostro ceñudo de Charles, la expresión de espanto de Vivian y reproche en el resto, supo que definitivamente la había liado bien. Así que resignada se irguió todo cuanto pudo, levantando la barbilla y con toda la determinación de que disponía señaló:


—Lo siento señor Manners, pero es muy fácil mostrar el enorme interés de usted y su familia por el resto de la humanidad tan genuinamente, con el dinero que seguro deben poseer en sus arcas, todo lo que inviertan en caridad les debe suponer una reducción considerable en impuestos, además de aclarar un poco la conciencia en cuanto al daño que corporaciones como la suya ocasionan al planeta y a quienes habitamos en él.

—Hella, querida, por favor no seas maleducada con nuestro invitado —intervino Vivian nerviosa y atónita ante la actitud de Hella, quien observaba a Charles desafiante, mientras éste continuaba con actitud impasible.

—No Vivian, déjala continuar —pidió éste de pronto, con un tono de suficiencia y ¡oh Dios! una sonrisa divertida, parecía de pronto hacerle gracia la situación, casi provocando más a Hella.

—¿Sus negocios no están acaso enfocados principalmente en el refinado de productos químicos como minerales, fertilizantes, polímeros, hidrocarburos? ¿Se me escapa algo? Supongo que su familia debe dejar un reguero de contaminación a su paso, que luego pretende limpiar a través de su dinero y toda su parodia filantrópica.

—Efectivamente señorita Foster, nuestras empresas se dedican a todo eso que usted está señalando ahora y mucho más —confirmó sin dejarla continuar y todavía divertido, mientras todos seguían absortos la discusión, las mujeres con los ojos como platos, Vivian especialmente, Roger intentando reprimir la risa—. Pero además al desarrollo de equipos y tecnologías, comercio de productos de consumo, servicios financieros. Industrias Manners tiene presencia en casi 63 países y emplea alrededor de 87.000 personas, el enfoque de nuestra empresa se basa en la integridad, humildad, respeto y el espíritu empresarial, además de la sana competencia y la creación de valor. Nos tomamos muy en serio nuestra responsabilidad social, somos un conglomerado que trabaja con el propósito no sólo de generar dinero sino también amplias oportunidades a las personas que forman parte de él y que piensa seriamente en el impacto que pueda generar nuestra actividad en todos los ámbitos, sin que esto vaya en detrimento de la calidad, el buen servicio y por supuesto el compromiso con los avances científicos y el progreso social.

—Supongo que ese es el discurso que tiene preparado para cuando se presente el momento. — Charles no pudo reprimir en ese momento una carcajada que llenó el lugar y que de alguna forma distendió la tensión cada vez más palpitante.

—¿Has acabado ya Hella? —indicó Vivian con una sonrisa que denotaba algo de nerviosismo y observando a Charles con una sonrisa torcida y mimosa, le dijo—: Cariño, mi querida Hella es una idealista sin remedio, siempre ha apoyado toda clase de campañas activistas, ella es tan… es tan… como diría.

—Impertinente, apasionada, perspicaz, supongo que acabo de abrir la caja de pandora. — Hella lo observó nuevamente con altivez, pero Charles, antes de que la velada se convirtiera en una batalla campal de egos y fiel a su perfecta y refinada educación, trató de apaciguar los ánimos—. Le ruego me disculpe señorita Foster, lamento si mi presencia ha herido o despertado susceptibilidades, puedo asegurarle que nuestra empresa no es una enorme pirámide de Giza, no sé qué le habrán contado o leído por allí, pero en todo caso, si alguna vez requiere de ayuda alguna de las organizaciones en las que participa puede contactarse conmigo. — Sacando algo del bolsillo de la elegante chaqueta de su traje Tom Ford se lo tendió a Hella—. Aquí tiene mi tarjeta.

—Cuanta gentileza de tu parte Charles —dijo Vivian observando a Hella y haciendo una mueca de impaciencia la conminó a disculparse. Hella al percatarse de la intensidad con que Charles la observaba se sintió diminuta, sentía que el estómago se le contraía y las piernas le temblaron. No entendía por qué ese desconocido la sacaba de su centro, había perdido por completo la serenidad que la caracterizaba. Era como si él tuviese el poder de inquietarla y hacerla actuar de forma tan poco común en ella.

—Yo… lo lamento señor Manners —indicó sin poder sostenerle por mucho tiempo la mirada, en su arrebato y debido a su actitud, le había parecido un hombre arrogante y creyó ser objeto de su burla, pero cuando Charles se disculpó no lo hizo con displicencia o petulancia, más bien lo sintió cortés y sincero.

—No se disculpe señorita Foster, admiro de hecho la forma tan vigorosa con la cual defiende sus convicciones. 

Cuando Hella se dispuso a responder, los camareros llegaron con el primer plato, todos tácitamente olvidaron lo sucedido y se dedicaron a comer, mientras que Charles centraba sus atenciones en Vivian y ella en él. Hella los observaba discretamente, pero decidió callar. 

2

Amantes Furtivos

Cuando ya todos habían terminado de degustar sus alimentos, Hella recibió una llamada que resultó ser de su madre, por lo que tuvo que disculparse y abandonar el lugar, Vivian pareció un tanto aliviada, al menos según le pareció a Hella, supuso que deshacerse de ella de momento le resultaría muy útil quizás, ya que podía dedicarse por entero a Charles el resto de la velada, prescindiendo de sus descortesías. Estaba segura de que Vivian se encontraba un poco irritada con su actitud y quizás ella le concedía algo de razón, porque no lograba entender el por qué ese sujeto sacaba a relucir su lado menos agradable.

—¿Cariño, necesitas que te acompañe? No habría ningún problema. — Hella negó inmediatamente con la cabeza. Se sentía tan mezquina al pensar así sobre su amiga.

—Estaré bien, tú quédate a acompañar a tus amigos, mamá dice que no es nada serio.

—Pero si lo fuera me llamarías enseguida ¿no? —indicó con preocupación.

—Claro. — Sonrió agradecida—. Tomaré un taxi al frente del local.

—Bien, no se te olvide avisarme.

—Por supuesto. — Ambas se abrazaron y Hella se disculpó con el resto del grupo. Todos se mostraron sinceramente preocupados, pero ella les aclaró que no había nada que temer y así, de esa forma, salió del establecimiento y tomó un taxi para dirigirse hasta el departamento de su madre. 

Poco más de treinta minutos más tarde se encontraba en el piso de Eloisse, quien había tenido un pequeño incidente al bajar las escaleras. Tocó a la puerta y su madre salió a recibirla con su brazo vendado.

—Hola cariño —dijo ésta mientras Hella se abrazaba a ella y la obsequiaba con un beso en la mejilla.

—¿Cómo te sientes mamá? — Le tomó con cuidado el brazo para inspeccionárselo.

—Mejor, tranquilízate que no ha sido nada.

—Madre, te he dicho que debes usar el elevador.

—Hella, no estoy tan decrépita como piensas. — Se defendió mostrando su indignación.

—Sabes que no me refiero a eso, sino que es peligroso, las escaleras son muy inclinadas y hay poca iluminación. Dios sabe que hasta yo me abstengo de utilizarlas.

—Lo importante es que no fue nada grave, sólo unas puntadas en el brazo.

—¿Solo unas puntadas? Madre, pudiste haberte roto la espalda o las piernas.

—No estaba tan arriba.

—Exactamente, eso fue lo único que lo evitó. Quisiera conversar con la señora Rogers.

—¿Y decirle que Hella?

—Sólo agradecerle madre que te llevara al hospital y te trajera de regreso.


—Hmmm —señaló, y con gesto hosco añadió—: Y seguro prevenirla de que no me permita utilizar de nuevo las escaleras.

—Pues no estaría de más ¿eh? Me has dado un gran susto ¿Debería quedarme y acompañarte verdad? —inquirió con sus ojos llenos de expectación y tristeza.

—No, mañana tienes trabajo y todas tus cosas están en tu departamento, además de seguro Vivian te espera y como me comentaste el otro día, hace tiempo que no pasan un rato juntas, más bien supongo que les estropee la noche con mi torpeza. 

—Mamá, sabes que no es así ¿Cómo puedes pensar eso? ¡Ah! Vivian quiso venir pero le pedí que se quedara porque estaba junto a unos amigos.

—¿Lo ves? Sabía que por mi torpeza te había hecho venir y arruinado la noche. Cuando me dijiste que estabas cerca y escuché el ruido detrás, supuse que habían salido. Tengo todo perfectamente controlado hija, no te preocupes tanto y disfruta de tu vida. Por suerte sólo fue el brazo izquierdo, trataré de no levantar nada pesado. Lo prometo. — Hella suspiró 

—Está bien, pero me quedaré un rato más, al menos hasta que te duermas.

—No quiero que andes por allí a altas horas de la noche y sola, me preocuparía muchísimo —dijo de nuevo muy ceñuda—. Ya has venido y comprobado con tus propios ojos que estoy bien; te dije que todo estaba controlado y que no tenías que venir pero eres tan terca que no podías esperar hasta mañana.

—¡Está bien, está bien! — Chasqueó la lengua y entrecerró los ojos —. Pero primero pasaré por el departamento de la señora Rogers.

—Muy bien cariño, dame un abrazo y un beso —dijo Eloisse amorosamente a su hija. Se dirigieron a la puerta y Hella finalmente se despidió de su madre.

Al salir del departamento, se marchó directamente al de la señora Rogers, tocó a su puerta y ésta la hizo pasar.

—Señora Rogers, quisiera agradecerle por tomarse todas esas molestias, no sé qué habría sido de ella si usted no aparece.

—Tranquila cariño —respondió ésta muy afablemente—. Sabes que las aprecio mucho a ti y a tu madre ¿Quieres pasar a tomar un poco de té?

—Me encantaría señora Rogers, pero es un poco tarde y le prometí a mamá que me marcharía temprano —respondió muy apenada—. No quisiera irme sin antes pedirle estar al pendiente de mi madre y llamarme por cualquier cosa que se presente.

—No debes preocuparte, le echaré un ojo en la mañana temprano y durante el tiempo que sea necesario.

Hella le agradeció nuevamente y prometió regresar en la tarde del día siguiente.

Una vez en la calle, esperó un taxi, al mirar el reloj notó que eran pasadas las 10, por lo que abordó el primer taxi que cruzó por la zona y se dirigió a su departamento.

Durante el trayecto no hizo más que rememorar lo ocurrido durante la cena, no entendía por qué pero no podía dejar de pensar en ese hombre, la forma en que la hacía sentir, inquieta y torpe, el cómo había reaccionado ante él.

De seguro pensaría que estaba un poco chalada y…

¿Pero qué estaba pensando? No le gustaba el camino que estaban siguiendo sus pensamientos, lo cierto era que ese hombre era el amante de su mejor amiga y que muy probablemente no volvería a toparse con él, pues en menos de lo que cantase un gallo Vivian se hastiaría y él simplemente pasaría a ser uno más en su lista de conquistas.

Con ésta firme idea bajó del taxi, pagó al conductor y se dirigió al edificio, dejando atrás los pequeños tropiezos de esa noche. 

Al llegar se metió en la ducha, se puso su ropa de dormir y se dispuso a leer un libro. Una hora después un poco cansada de esperar a Vivian se durmió apenas sin darse cuenta. 


****


Vivian por su parte regresó a las dos de la mañana y Hella, quien poseía un sueño muy ligero se despertó al escuchar unos susurros, por lo que supuso que Vivian se encontraba acompañada, luego sintió como ella y su acompañante se dirigían a su habitación. Sospechó que se trataba de un solo acompañante ya que no encendieron ninguna luz y se introdujeron directamente en el dormitorio. Seguidamente siguió escuchando susurros que se convirtieron en risas, de hombre y mujer, pero lo que siguió después obligó a Hella a salir de su habitación, pues parecían animales en celo, en realidad era una exageración de su parte, pero en el calor de la pasión se percibían las risas y jadeos de los amantes, por lo que sintiéndose muy incómoda se levantó de puntillas, abrió muy silenciosamente la puerta del dormitorio y se marchó al balcón. 

Esa era una de las ventajas de la propiedad, era su lugar predilecto, ella misma lo había decorado con un estilo minimalista. Como era un lugar pequeño dispuso dos cojines de color crudo encima de una base de igual tamaño a manera de sofá, lo suficientemente espacioso como para recostarse cómodamente. Lo complementó con un grupo de cojines en el mismo tono, macetas rectangulares a ambos lados en las cuales plantó unas trepadoras que cubrían parte del muro, en las barandillas colocó unas macetas con soportes en las que plantó otras de menor tamaño y lo remató colocando en forma de guirnaldas un grupo de bombillas de grandes dimensiones, para darle un toque más romántico e iluminar poderosamente ese rincón, convirtiéndolo en un lugar especial.

Cuando se encontraba a solas, que sucedía muy regularmente, pues Vivian acostumbraba moverse mucho debido a su trabajo, solía preparar el té y recostarse a leer un libro, y cuando se sentía un poco más osada tomaba un poco de vino. Esa noche sintió que decididamente necesitaría unas buenas copas de tinto de la reserva que Vivian le había regalado de sus múltiples viajes a Europa, especialmente de Francia y España, que eran sus favoritos. 

Generalmente ella era más bien abstemia, pero el vino era bueno para relajarse, así que no se excedía y sólo lo tomaba en ciertas ocasiones, aunque esa noche bien había cubierto su cuota de alcohol en el restaurant.

De modo que destapó una botella que llevaba un tiempo en el refrigerador de vinos que Vivian había adquirido cuando comenzó a colectar vinos. Era un buen vino tinto, muy potente y robusto, o eso le pareció, ya que era lejos una experta. Se puso cómoda y unos minutos después ya se encontraba aletargada y muy relajada, el vino surtió efecto casi instantáneamente. Sintió como sus hombros se volvieron más ligeros, se dio vuelta, se abrigó con una manta que encontró en el cajón del mueble que colocó junto a la puerta corrediza que daba al balcón, y que tenía a la mano para ciertas ocasiones y se durmió.

3

El Ruiseñor y la Rosa


No supo bien cuanto tiempo estuvo dormida pero de repente sintió un leve ruido y se despertó, cuando se dio vuelta se encontró con el señor Manners recostado sobre la barandilla disfrutando de la vista de esa parte de la ciudad. Él se volteó y la miró cuando percibió el movimiento.

—Lamento haberla asustado Hella, hice mi mayor esfuerzo por no perturbar su sueño.

Hella se desperezó, estrujó un poco los ojos y sin levantar la vista, pues mirarlo fijamente la ponía nerviosa, le dijo:

—Señor Manners ¿Podría preguntarle que hace a estas horas aquí afuera a la intemperie? No creo que esté lo suficientemente abrigado.

—Podría sentarme a su lado y usted compartiría su manta conmigo —dijo, al tiempo que se encogía de hombros.

Hella puso los ojos en blanco ante tales palabras, y luego casi tartamudeando añadió: Noo… no entiendo a qué se refiere señor Manners.

—¡Oh, por favor! Llámeme Charles, me hace sentir mayor. Sólo estaba bromeando señorita… ¿Cuál es su apellido?

—Foster, mi apellido es Foster señor.

—Hella Foster, lo olvidé. Bien señorita Foster, simplemente necesitaba tomar un poco de aire —dijo con una media sonrisa.

—No lo dudo —respondió con el ceño levemente fruncido —. Ha de estar exhausto por tanto ejercicio. — Añadió prácticamente entre dientes. 

—¿Cómo dice? — La observó ceñudo.

—Nada, que bien señor Manners —lo dijo bajando la vista al suelo, ya que Charles la observaba con aspecto de estar molesto debido a su insolencia. La hacía sentir insegura, como una niña pequeña. Luego hizo algo sorprendente, sonrió, aunque en realidad fue una leve carcajada que ella sintió sarcástica.

—¿Se está burlando de mí? —le increpó elevando levemente la barbilla, claramente ofendida.

—Por supuesto que no señorita Foster, creo que sería la última persona de la cual me mofaría, usted parece una mujer aguda e inteligente. — Agregó muy sonriente y al parecer satisfecho con la reacción de Hella.

—¿Y eso cómo lo dedujo? Apenas hemos cruzado algunas palabras —respondió muy digna.

—Y vaya palabras, pues luego de nuestra pequeña… charla en la cena, pude observarla y escuchar como fijaba posición en la discusión de ciertos temas, aun cuando se tratara de asuntos triviales. Usted parece una mujer de fuertes convicciones. — Se encogió de hombros nuevamente.

—¿Es usted siempre tan galante? —respondió empleando el mismo tono altanero que él parecía muy fácilmente generar en ella.

—Parece que no soy persona grata en éste lugar señorita Foster. — Se tamborileó la barbilla con los dedos índice y corazón, pensativo—. Supongo que éste es su lugar secreto y yo soy un intruso. Lamento haberla importunado Hella, sólo buscaba despejar mi mente, éste ha sido un día difícil, no fue mi intención molestarla. — Hella jamás se atrevió a contemplar su rostro mientras se disculpaba, pero percibió cierto grado de aflicción en su voz.

Cuando Charles se disponía a entrar Hella se irguió un poco más en el sillón.

—¡Señor Manners por favor! Perdone mis modales nuevamente ¿Le apetece una copa de vino? — Charles permaneció unos segundos de espaldas a ella y pareció percibir que lo pensaba un momento, se tensaban sus músculos y se daba vuelta, observándola con una sonrisa lobuna.

—Me agradaría muchísimo. — Y Hella ya no pudo dar marcha atrás.

«¿Quién era éste sujeto realmente?» Por lo visto manejaba muy bien todas las técnicas de seducción que le permitían manipular a su antojo a cualquier mujer, con su sonrisa de seguro era capaz de evitar una guerra y las mujeres se volvían locas por él, tal y como quedó comprobado al observarlo interactuar con Sonia y Claire e incluso con la propia Vivian, quien parecía de lo más encantada con su galantería y atenciones. 

El hecho es que se la había llevado a la cama esa misma noche y habían tenido un encuentro bastante apasionado por los ruidos que emitían, aunque intentó no recordarlo.

—¿Señorita Foster? — «¡Diablos!» Se había quedado sumida en sus pensamientos de nuevo.

—¿Sí? ¡Ah sí! La copa, iré a buscarla enseguida.

—¿Le sucede algo? Parecía no escuchar lo que le estaba diciendo, estaba muy distraída ¿Tiene algún problema? ¿Se siente bien? Nos quedamos muy consternados cuando se marchó.

—Ehhh, no señor Manners, mi madre tuvo un leve accidente, pero nada serio ¿Me permite pasar?

—Por supuesto — «El muy cretino apenas se movió», por lo que Hella tuvo que rozarlo al pasar hacia la puerta. Esto le produjo un intenso calor que galopó todo su cuerpo y la dejó perpleja. Lo miró de soslayo y sintió que se dibujaba una pequeña sonrisa en su rostro, por lo que se sonrojó y dio gracias de que las luces no estuvieran totalmente encendidas y que Charles no pudiera observar su reacción.

—Disculpe señor Manners.

—Adelante señorita Foster —le señaló con una indicación de manos para que continuara.

—Por favor, mi nombre es Hella —respondió observándolo nuevamente de reojo.

—Y el mío Charles —añadió muy sonriente y satisfecho consigo mismo.

—Muy bien —dijo con una risita nerviosa—. Ya regreso.

Al llegar al mini bar logró exhalar todo el aire que parecía haber contenido «¿Qué rayos le sucedía con ese hombre? Él solo estaba allí como invitado de Vivian, no, se corregía, como su amante de turno, no podía siquiera permitirse sentir ni la más leve atracción por él. Pero es que era terriblemente encantador, incluso sólo sonriendo, sus modales los de un caballero, no, de un príncipe». Cuando por fin se hizo con una copa decente y terminó de lamentar su estúpida reacción, se dirigió nuevamente al balcón, inhalando y exhalando el suficiente aire como para darse un poco de valor. 

—¡Ah! ¡Señorita Foster! Creí que se había perdido de camino a la cocina.

—Mi nombre es Hella por favor, y no, es sólo que intentaba hacer el menor ruido, no quise despertar a Vivian —Le dijo rodando los ojos casi imperceptiblemente, pues no quiso que notara cuanto la sacaba de sus casillas.

—Ella parecía profundamente dormida cuando la dejé. — Al escuchar esto Hella sintió una punzada de rabia, aunque no pudo entender muy bien por qué.

—Bueno, en todo caso aquí tiene su copa, déjeme servirle. — Se acercó, tomó la botella y le sirvió un poco. No pensaba servirse más pero creyó que la situación lo ameritaba urgentemente, así que también recogió su copa y añadió un poco de la bebida.

—¡Eh! Perdone que el tinto no esté frio, pero ya lleva bastante rato fuera, así que debe haberse calentado un poco, yo lo prefiero así, aunque para algunos la costumbre sea que se consuma a temperatura ambiente.

—La verdad no me molesta, huele delicioso ¿Brindamos?

—Y ¿por qué brindaríamos señor Ma…Charles?

—Por el inicio de una amistad.

Y chocaron sus copas. Luego de un momento de incómodo silencio, Charles reanudó la conversación.

—Este es verdaderamente un lugar muy acogedor. La belleza se encuentra en los lugares más inesperados. Suelo frecuentar lugares más ostentosos cuya decoración es realmente sorprendente, pero que carecen de la calidez que se percibe aquí.

—Sí, es muy especial, aquí he atesorado buenos recuerdos, quizás por eso emana buenas energías.

—Y ¿Usted cree en eso de las energías Hella? La hacía una mujer más práctica —le dijo intrigado.

—¿Se refiere a una mujer fría o insensible? — Lo miró con recelo.

—Parece que le desagrado totalmente Hella ¿Acaso está celosa de que Vivian concentrara toda su atención en mí ésta noche y no en usted, que a fin de cuentas era la agasajada?

—¿Son esas las palabras de un caballero? 

—No sé, me preguntaba…Tengo curiosidad por saber si…

—No tengo ese tipo de inclinaciones Señor Manners. — Lo interrumpió bruscamente. «¿Acaso intentaba decir que ella y Vivian? Que amaba a Vivian de otra manera».

Al observar su expresión Charles agregó: Entiendo, Hella, mis disculpas. Tiene razón, he sido muy irrespetuoso, lejos de ser la actitud de un caballero ¿Qué es eso que cuelga de la pared por cierto? —soltó de pronto, quizás como para olvidar el tema.

—¿Se refiere a la trepadora? —respondió desconcertada

—No Hella, me refiero a su habitación —aclaró, lo más inocentemente que pudo—. Al salir dejó usted la puerta abierta.

—No quise hacer ruido. — Se disculpó, aunque no entendió muy bien el por qué.

—Entiendo, pero no ha respondido a mi pregunta.

—Es simple, porque usted no la ha aclarado, fue muy confusa su pregunta.

—Muy bien, me refiero al trío de pequeños cuadros que cuelgan de una pared lateral.

—Representan un poema, Señor Manners.

—¿Ah sí? ¿Cuál?

—Bien pues, el Ruiseñor y la Rosa.

—Pero siguen siendo tres.

—El amor no correspondido. Mi madre solía decirme que papá adoraba ese cuento. Verá, mi padre tuvo un amor no correspondido, se enamoró de alguien que estaba muy por encima de él. Al parecer nunca lo superó.

—¿Y su madre?

—Pues ella lo amaba tanto y tenía tantas esperanzas de que él algún día terminaría amándole también.

—¿ Y Qué sucedió?

—Dos años después nací yo y él… —sorbió un poco más de vino para darse fuerzas y se quedó mirando un punto lejano, absorta en sus pensamientos. 

—Hella —interrumpió Charles, al notarla tan absorta—. No tiene que proseguir, no es necesario.

Pero ella se dio la vuelta y lo miró, sus ojos un tanto vidriosos.

— Mi padre, murió. Ella jamás supo si él logró amarla. Por supuesto, él fue un buen hombre y siempre la trató con el mayor respeto. Pero ella nunca lo supo. De modo que la historia de mi familia está llena de amores imposibles y no correspondidos. — Sintió como una lágrima le recorrió la mejilla. Al salir de su ensimismamiento, sonrió, una sonrisa lacónica—. Pensará que soy muy tonta.

—Lejos de eso, Hella. Me parece muy triste. El romance es algo que está muy lejos de la naturaleza de mi familia, quizás por eso nuestra historia no es tan cálida. Está llena de deber, tradición, desamor, traición, ambición y soberbia. Vivian me contó que usted es amante del arte.

—Así es — ¿Cuándo lo mencionó?

—En Londres, hace poco.

—Entonces ciertamente usted ya sabía de mí —dijo con un atisbo de sonrisa—. Perdóneme, creo que he estado hablando de más, usted sigue siendo un desconocido para mí y yo prácticamente contándole cosas de mi pasado y mi familia, he de haberlo aturdido, creo que es el efecto del vino, nunca ingiero tanto.

—No se preocupe, es refrescante poder conversar tranquilamente. Pero dígame ¿Cómo se conocieron usted y Vivian?

—¿Ella no se lo contó? —inquirió con el ceño fruncido.

—Nuestra conversación no llegó hasta ese punto, es por ello mi curiosidad.

—Es que no sé si me corresponde a mí contar esa historia. — Meditó, soltando luego un suspiro lánguido.

—¿A quién sino? —repostó Charles encogiéndose de hombros. Hella lo observó de soslayo, quizás determinando lo prudente o no de narrarle esa historia. Quizás al hacerlo él ya no la vería con los mismos ojos, sino como alguien inferior; sin embargo, jamás se había avergonzado de su origen, por lo que decidió hacerlo.

—Vivian y yo nos conocemos desde niñas.

—Eso lo sé —aclaró y ella lo observó un tanto inquieta.

—Mi madre fue contratada por la tía de Vivian, madame Harriet… Ella fue algo así como la institutriz de Eduard Thompson y yo fui criada entre ellos.

—Entiendo. — Hella lo observó, su actitud siempre imperturbable, enigmática.

—La abue, así es como llamo a la tía abuela Harriet —aclaró con una sonrisa cálida y él asintió—. Ella siempre ha sido muy buena con mi madre y conmigo, nos considera parte de la familia.

—Que bien. — Charles le sonreía con igual calidez.

—Sí, nosotras le debemos mucho. 

—Es una suerte que llegaran a conocerse entonces.

—Para nosotras ha sido una bendición. Vivian y yo congeniamos desde el primer momento, supongo que ambas éramos muy solitarias.

—¿Vivian solitaria? — Charles no parecía muy convencido, Hella lo observó directamente a los ojos, pero la mirada penetrante de él simplemente la reprimió de nuevo.

—Estoy diciendo cosas de más señor Manners, yo…

—Es mi culpa Hella, por favor perdone mi curiosidad, simplemente la encuentro interesante.

—¿Interesante yo? — Hella elevó la mirada y sus ojos reflejaban sorpresa y estupor. No entendía bien como alguien como ella le resultara interesante a un sujeto que de seguro tenía más experiencia que ella en la vida, y que a todas luces era un hombre de mundo, cultivado y por lo tanto habría conocido a gente mucho más interesante que su persona. 

Siguieron conversando sobre temas intrascendentes y Charles se sorprendió del hecho de que pudiera hacerlo con alguien de una manera tan natural, relajada y placentera al mismo tiempo, hasta que el amanecer llegó. Él se despidió y se marchó, aunque Hella le propuso que se quedara a dormir el resto de la mañana. 

—Me sentiría muy incómodo —le dijo—. Con ustedes dos cerca, lo nuestro. — Se interrumpió—. Lo de Vivian y yo es algo casual. Ninguno de los dos nos sentiríamos cómodos si nos sentáramos a desayunar como una pareja cualquiera y menos estando usted presente. Sería algo muy extraño. —Ambos rieron y asintieron.

—¿Ya le agrado señorita Foster? 

—No si me sigue llamando de esa forma.

—Trato de ser respetuoso.

—O trata de edificar un muro entre los dos.

—Créame, el muro lo ha instalado usted misma, con todo y valla de seguridad. — Ambos rieron con complicidad.

Una vez que se marchó, Hella se dispuso a recoger el desorden y no pudo recordar en qué momento se habían acabado el vino. Se desperezó y se dirigió a su habitación y allí se durmió casi enseguida.

Gracias por llegar al final, los que decidieron leer desde aquí, también puedes hacerlo mediante Wattpad, capítulo a capítulo, aquí les dejo el link!
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4 comentarios:

  1. Hola Dana!
    Lo primero, darte las gracias por pasarte por mi blog y quedarte, ya me quedo por aquí :D
    En cuanto a tu post. Me ha gustado mucho cómo escribes, espero seguir leyendo cosas tuyas!
    besos y feliz finde! <33

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    1. Holis! Pues, bienvenida, me emociona mucho que te guste, jejeje, gracias por animarme, y ya sabes, nos leemos!
      Besos guapa...

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  2. Guapísima, paso por encima, en cuanto tenga tiempo te aseguro que te leo. Mucha suerte reina,

    Besoss

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    1. Hola Marilo! Tranquila, que ya sé que vas muy liada últimamente, gracias por pasarte y comentar. De verdad espero que te guste por lo menos un poco.
      Un gran abrazo...

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