Hola!
Me he propuesto publicar en Wattpad por lo menos tres capítulos de la novela, sin embargo, en el blog significaría demasiado espacio, por lo que iré publicando estos tres últimos días los capítulos 7, 8 y 9, así hasta el domingo.
También es un poco para rellenar el espacio que deja de momento la novela en conjunto que se está publicando en el blog Libros, historias y yo, de Marilo, que está de vaca estos días pero que promete un final electrizante. A que si!!!?
También es un poco para rellenar el espacio que deja de momento la novela en conjunto que se está publicando en el blog Libros, historias y yo, de Marilo, que está de vaca estos días pero que promete un final electrizante. A que si!!!?
Bueno, sin más preámbulo, aquí se los dejo:
Capítulo 7
El Lavado de Pies
Mujer lavándose los pies en el río (1894-95), de Camille Pissarro. |
Para Hella la semana fue un
infierno, puesto que tuvo que encontrase con Anne más veces de las que pudo
soportar, ésta le hizo unas pruebas de vestuario y la adiestró en el arte de
caminar con zapatos altos, la última experiencia con los estiletos de Vivian
había resultado agotadora, además había optado por caminar sólo lo necesario y
en cuanto se marchó a atender la emergencia de su madre se los quitó sin ningún
remordimiento y anduvo descalza en tanto pudo.
Finalmente la noche del sábado
llegó, ella y Charlotte decidieron acudir a un salón que Charlotte solía
frecuentar, aunque Hella pensó que no podrían lograr gran cosa con su aspecto.
De plano se negó a cortarse el cabello, así que el estilista optó por limpiar
un poco sus puntas, aunque a regañadientes, puesto que quería que Hella luciera
un corte en capas y tal vez darle un toque más fuerte a su tono rojizo natural,
Hella por supuesto lo desestimó y amenazó casi infantilmente con salir
corriendo. Charlotte conciliadoramente le pidió a Roberto, su estilista, que se
encargara de Hella y que sólo le secaran y alisaran su cabello, además de que
le aplicaran un maquillaje sencillo y bastante limpio, haciendo énfasis en sus
pómulos y labios.
Al final Charlotte quedó
notablemente sorprendida, a pesar de que los cambios no fueron profundos, Hella
se veía diferente con un poco de color en su rostro, el maquillaje logró darle
un tono más imponente a sus pómulos, su manicura también fue sencilla, ya que
el vestido por si solo debía llamar la atención.
Cuando Hella y Charlotte llegaron
al departamento de la primera se acicalaron un poco, Charlotte ayudó a Hella a
vestirse ya que parecía demorarse demasiado y Hella le aclaró que no estaba
acostumbrada a arreglarse de esa forma.
—Bueno, parece que estas lista, te ves radiante —le dijo Charlotte con
expresión cariñosa y un deje de fascinación —. ¿Qué aretes piensas llevar? — La
urgió.
—¡Oh! Vivian me prestó unos que
van con éste estilo, los compró en India, los tengo por algún lugar.
—Bien, búscalos que yo voy a llamar al taxi.
—Pensé que Scott nos llevaría. —
Charlotte llevaba un año saliendo con Scott Parker, lo había conocido en un bar
que frecuentaba. Cuando se lo contó a Hella ésta tuvo sus dudas, ya que
Charlotte le había dicho que prácticamente la había acosado, la persiguió a su
departamento, luego le envió flores por una semana a la oficina, ellas no
tenían idea de cómo había obtenido la dirección, pero cuando finalmente lo
conoció le pareció un sujeto perfectamente normal, aunque romántico
empedernido, parecía real y profundamente enamorado de Charlotte. El único
inconveniente es que Scott provenía de una familia rica, por lo que pertenecían
a mundos diferentes; sin embargo, él, quien se dedicaba a la construcción, era
un sujeto bastante independiente y hacía feliz a su amiga, que era lo que
realmente le importaba.
—No, está ocupado con un proyecto —respondió Charlotte con un suspiro
resignado.
—Entiendo, están peleados. — La observó con
recelo.
—No, cuando termine el evento me
llevará a cenar a un lugar que quiere que conozca. — Sonrió ensoñadoramente,
abrazándose a sí misma.
Diez minutos después el taxi
llegaba a recogerlas. Cuando finalmente pudieron acercarse al lugar, abarrotado
de limosinas y autos lujosos, pidieron al taxista que las dejara salir justo a
unos pasos de la entrada, al llegar presentaron sus invitaciones, Hella llevaba
consigo su Nikon, pero los de seguridad la tomaron en custodia a pesar de que
ésta les explicó que contaba con la autorización necesaria, «sino no llevaría mi
equipo, era lógico», pensó
mientras ponía los ojos en blanco.
Pero estos se negaron
rotundamente, hasta tanto no les giraran
instrucciones de lo contrario. Hella visiblemente molesta les prometió que
regresaría.
—Hella, por favor ¡No insistas! — Charlotte la tomó del brazo y la
introdujo dentro del hall—. ¿Quieres que nos saquen a nosotras también? — La
miro ceñuda.
—Es que creí que el señor Manners
habría dispuesto todo para que me permitieran ingresar el equipo. — Rodó los
ojos.
—No me mires de esa forma señorita, no soy la
culpable, en cuanto entremos. — Suspiró con impaciencia—. Podrás conversar con
el señor Manners. Ahora vamos que se nos va a hacer tarde. ¡Uyy! Que emoción.
—¡Está bien! — Hella frunció el
ceño disgustada con la idea de tener que dejar su querida cámara en manos de
esos granujas y exhalando de forma muy poco femenina, le restó importancia a la
emoción extrema de Charlotte.
Al entrar al salón principal
ambas se sintieron abrumadas por tanto esplendor. La sala estaba llena de obras
de arte y la iluminación era exquisita. El salón vestido de paneles de madera
dorada, crudo y mármol verde, rematado con pilastras de cornisas ornamentadas
con hojas de oro, completamente adosado, rematado con dos enormes lámparas
colgantes de cristal, justo debajo de las cúpulas, y pequeñas lámparas en forma
de candelabro en las paredes, todo al más puro estilo art déco. De fondo ya se
podía percibir el sonido de la pequeña orquesta de cámara, que se encontraba
presumiblemente haciendo los últimos arreglos, ya que los deleitaría esa noche
con un concierto de nomás de una hora. De modo que la noche ofrecía grandes
placeres para Hella, quien de vez en cuando se sumergía en sus novelas inglesas
del siglo XIX y aunque no lo reflejara en público, era un alma romántica.
—Ven Hella, divirtámonos un poco ¿Te gustaría algo de champán? — Preguntó
Charlotte exultante.
Hella entornó los ojos
—Recuerda que estamos aquí
trabajando, no hemos venido a divertirnos.
—Pero no todo es trabajo —complementó
Charlotte astutamente—. Después de todo debemos captar todo lo que sucede
alrededor, mezclarnos un poco con la gente pija y famosa.
—Creí
que ya tenías bastante con la gente pija —ironizó, Charlotte rodó los ojos y
negó con la cabeza.
—Bueno, cuando estoy con Scott no
puedo relajarme, no quiero que él se avergüence de mí o que su familia tenga
una excusa para indisponerme con él. — Le guiñó el ojo.
—Bien, entonces daré una vuelta,
quiero ver que obras están exponiendo hoy.
—¿Nos vemos entonces en 10
minutos Hella? ¿Te parece eso bien?
—Sí, y recuerda, no te mezcles
demasiado ni llames tanto la atención.
—¡Entendido jefa! —exclamó
Charlotte con un reverencial y adusto saludo militar y luego sonrió, le dio una
palmada en el hombro y se alejó.
****
Hella avistó a Charlotte junto a tres individuos
conversando muy animadamente.
—¿Charlotte? —la llamó, acercándose hasta donde se
encontraban y la tomó del brazo—.
Disculpen caballeros pero me llevaré a mi amiga, la necesito un momento. — Se la llevó a un lado—. ¿Pero qué demonios
estabas pensando? Te pedí que no te entretuvieras demasiado ¿Sabes lo que
pasaría si Scott te viera acompañada de esos sujetos? —Le dijo molesta e inquieta.
—¡Sólo estábamos conversando!
Dios ¿quién piensas que soy? — Se
defendió un tanto alterada y molesta con la actitud de su amiga—. Además, Scott es tan celoso que de estar
aquí pasaría toda la velada encima de mí y no me permitiría compartir con nadie
más ¿Acaso se pusieron de acuerdo? Hella, no soy una niña.
—Lo sé, pero jamás creí que Scott no te
dejara respirar —respondió un poco
avergonzada.
—Bueno,
no es que me desagrade estar con él, lo amo, ya lo sabes, pero en ocasiones es
tan absorbente, siento que no confía en mí. — Agregó
un tanto triste.
—Lo siento, pero acabo de cruzarme con
el señor Manners y vine por ti porque ya es tiempo de trabajar.
—Sí, sí, lo siento, ¿dónde se
encuentra él? — Se disculpó ya un poco
más tranquila.
—Dijo que nos encontraríamos en
el vestíbulo principal, él fue por mi equipo.
Cuando llegaron al vestíbulo Charles ya se
encontraba esperándolas, se acercaron a saludarlo. Hella procedió a
presentarlos.
—Señor Manners, le presento a
Charlotte Williams, mi compañera de equipo.
—Un verdadero placer señorita
Williams —respondió Charles y
elegantemente tomó su mano y besó su palma.
Hella se percató de como su amiga se sonrojó de
inmediato, totalmente cautivada. No pudo evitar poner sus ojos en blanco.
—Señor Manners —respondió a su vez Charlotte—. El placer es sólo mío. Agradecemos
enormemente el que nos permita el acceso total al evento. — Sonrió y pestañeó seductoramente. Charles le
devolvió una sonrisa cautivante.
—Para mí es un placer y por
favor no duden en solicitar lo que deseen, estoy para servirlas.
—¡Oh! Señor Manners, siempre tan
encantador —señaló Hella en tono exasperado.
—Realmente no logro complacerla
jamás ¿no? — Añadió él en un tono que le
pareció displicente. Charlotte rodó los ojos a Hella y por un momento el aire
se hizo pesado.
—Bien, creo que es hora de
trabajar —indicó Charlotte, un poco para
distender la animosidad del momento—.
¿Podría indicarnos señor Manners un lugar donde podamos hacerle unas preguntas
y tomar algunas fotografías?
—Por supuesto, síganme señoritas. — Les indicó con una mano para que lo
siguieran.
Charles las condujo a una pequeña oficina o salón
y les pidió que se sentaran mientras iba por su madre. En ese instante
Charlotte pensó que podía tener unas palabras con su compañera. Apenas éste
cerró la puerta, Charlotte se colocó frente a Hella con las manos en jarras y los
ojos entornados.
—Pero
¿qué rayos te ocurre? — Le recriminó
—¿De qué habla señorita Williams? — Rodó los ojos una vez más.
—¿Por qué tienes esa actitud con
el sujeto? Deberías estar agradecida por el favor que nos hace.
—¿Y debo coquetear con él también? —respondió
cruzándose de brazos—. Claro que no, que
tonta, jamás se fijaría siquiera en mí. —
Rodó los ojos.
—¿De qué hablas? —preguntó Charlotte inquisitivamente.
—Ya… entiendo que es un hombre
atractivo, elegante, de modales fáciles, pero en serio ¡dabas pena! — Levantó su ceja arrogantemente.
—¿Qué te pasa Hella? Sólo trato de
actuar agradecida y cordialmente ¡Que es más de lo que tú has hecho! —respondió indignada.
—Le estabas coqueteando
Charlotte ¿Acaso me crees estúpida? —añadió
muy ceñuda.
—Realmente creo que estás muerta en
vida mujer —respondió ésta mientras que
Hella no pudo contener su expresión de sorpresa y estupor—. Es un hombre irresistible, una obra de arte
hecha carne ¿Cómo no puedes verlo?
—Dijiste que actuaríamos
profesionalmente, además, ni soñaría que un hombre como ese se fijaría en mí,
por eso no pierdo mi tiempo. Y tú querida reportera, estas comprometida con un
hombre, asfixiante sí, pero que te ama incondicionalmente. — Añadió ahora cada vez más impaciente.
—Ehhh, tienes razón —respondió Charlotte sin poder ocultar su vergüenza—. Es que el hombre te deja sin aliento, hace
que olvides hasta tu propio nombre, si no nos presentas pues habría corrido el
riesgo de quedar como una tonta.
—Créeme Charlotte, te viste como una
tonta coqueta, estás loca realmente. — Y
en ese instante ambas rieron, dejando de lado la discusión.
****
Mientras tanto Charles, quien se encontraba en la
búsqueda de su madre, se sentía tenso. Hella era tan indiferente, como si le
desagradara su presencia. Había algo en ella que llamaba su atención
poderosamente, que lo mantenía fascinado, aunque se fingía totalmente
impasible, sin embargo, ella parecía inmune a sus encantos. No es que él se
propusiera conquistarla. De hecho no era el tipo de mujer que él consideraría
para una eventual aventura amorosa, pero, algo en ella lo hacía pensar,
siquiera soñar. Y eso era lo que había estado haciendo la última semana,
recordando su conversación en el pequeño y acogedor balcón. La expresión de sus
ojos verdes algo tristes y en ocasiones risueños, su sonrisa dulce y su figura
frágil y desgarbada. No podía sacársela de la mente y había luchado contra
ello, los días se hicieron más largos y pesados y no sintió el deseo de
encontrarse con ninguna mujer. Cuando por fin había llegado ese día y estaba
seguro de que la vería, todo le parecía de alguna manera más claro, todo tenía
mejor sabor y color. Esperó hasta verla entrar al salón y sus ojos apenas se
desviaron de ella, hasta que encontró las fuerzas para acercarse y saludarla.
Se sentía como un perfecto imbécil, como un tonto
adolescente, pero le gustaba esa sensación. Era algo nuevo para él, jamás había
experimentado esa clase de sensaciones con ninguna otra mujer. De alguna forma
lo hacía sentir más… vivo.
Nota: En realidad, el cuadro al que se hace mención, que es precisamente el que se muestra arriba, se titula Mujer Joven lavándose los pies, pero que algunos llaman El Lavado de pies, que tiene digamos un gemelo titulado de manera diferente, es una bañista y está desnuda en ésta ocasión, parece que Pissarro estaba un poco obsesionado con la imagen, quien sabe, pero bueno, Charles Manners es un coleccionista bastante aplicado. Espero les haya gustado!!!
¡¡Hola!!
ResponderBorrarMe gustó mucho este capítulo pero voy a volver atrás para conocer bien la historia. Escribes muy bien, felicidades!!
Un beso!
Hola Guadalupe, gracias, eso me anima muchísimo, no te imaginas!
BorrarBesos!!!
Hola!! Yo me he animado a publicar también en Wattpad. Espero que la novela la siga mucha gente :) un beso
ResponderBorrarHola Almu! Te he pedido el usuario y no me lo pasas, jejeje, sino cómo te sigo y te leo?!
BorrarSaludos!!!